WHITE PAGES de Ignasi Aballí. Presentación a cargo de Moritz Küng. Galería Estrany De la mota. Barcelona

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¿Es posible referirse a algo en lo que esté involucrado Ignasi Aballí sin caer en la tentación de enumerar, referirse al silencio, el vacío o la nada, apelar al color blanco y a su opuesto, el negro, a la claridad y la oscuridad, a la presencia y la ausencia, invocar lo vacuo, lo lleno y lo denso, establecer paralelismos entre su obra y la de otros artistas quizás con la esperanza de que, entre todos, le consigan dar un poco de consistencia al aire o esperar, simplemente, a que el artista se explique y diga algo?

Pues bien, yo creo que no. Sin embargo, entre seguir este patrón en el orden que se quiera e inventarse lo que ayer hizo Moritz Küng a modo de presentación, en la galería Estrany De la mota de Barcelona, de White Pages, el penúltimo libro de Ignasi Aballí, fue un prodigio de imaginación concentrada en una ponencia de no más de 60 minutos de corte entre científico y pasional, a partir de algo que une, y mucho, tanto al artista con el ponente como con Àlex Gifreu, el diseñador y editor –CRU– de la criatura. Nos referimos a los libros. Que no a cualquier libro.

Planteada a la manera de una presentación ortodoxa –es decir, ponente-sentado-detrás-de-una-mesa-con-lámpara-al-lado-ordenador-con-power-point-y-público-sentado-enfrente- la presentación de Moritz Küng se pareció más a una disertación performativa que a la típica suelta de chapa que, con mayor o menor fortuna, solemos perpetrar algunos a la que se nos requiere para hablar en público. Porque partiendo de diez conceptos surgidos instantáneamente del conocimiento que pueda tener cualquiera de la obra de Ignasi Aballí – a saber y, tal como nos los nombró Küng: void, nothing, nothing +, absent, empty (one), empty (too), vacant, invisible, black out, silent- lo que nos propuso Moritz fue un viaje de fin de semana a su extensa, cuidada y estimulante biblioteca en busca de algunos de aquellos libros, libros de artista, catálogos, ediciones especiales, etc… con los que se pudiera establecer algún tipo de puente con la obra de Aballí y, más concretamente, con la que gira entorno al color blanco, la que protagoniza el libro que nos ocupa, que ayer se presentó y que, a decir verdad, es una auténtica maravilla.

Se trató, en resumen, de una rigurosa y muy currada selección de publicaciones de Mathieu Copland, Herman de Vries, Iñaki Bonillas, Cerith Wyn Evans, Stéphane Mallarmé, Marcel Broodthaers, James Langdon, Richard Venlet, Mariana Castillo Debal, Willem Oorebeek y John Cage que, explicada una por una, sin interrupción y a la manera de una monótona letanía, consiguió aproximar a la audiencia a esa desazón que a uno le invade a la que se acerca a la obra de Ignasi Aballí por muy clara, bella, explícita, interesante, densa, emocionante, anodina y anónima que pueda ser. A primera vista. Porque nunca es nada de todo ello. Porque nada es algo. Y porque este algo, en Aballí, lo es todo a la vez.

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No en vano la ponencia de Moritz Küng se tituló (White Pages) Niets is ook iets, es decir, (Paginas blancas) Nada es algo. Y el artista no dijo nada.

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