«Pues entrando y saliendo». A partir de esta respuesta de Joaquin Jordá a la pregunta que le hicieron una vez acerca de cómo había conseguido mantenerse tanto tiempo sin haber caído en la tentación de traicionarse a sí mismo y vender su alma al diablo, es lo que le sirvió a Marina Garcés para empezar un discurso de algo más de diez minutos acerca, entre otras cosas, de nuestra percepción del concepto de duración, de la necesidad de asumir un compromiso para no tener que acatar órdenes, autodestruirse o silenciarse o a la pertinencia de mantenerse en movimiento contínuo entre ese adentro y afuera del que, en el fondo, somos nosotros la única frontera. Ella lo explica muy bien.
Esto fue en el marco de la segunda sesión pública organizada por el colectivo los Lunes al sol -es decir, otro 6 x 10– la tarde de ayer en la Fundació Suñol de Barcelona y en la que, compartiendo estrado con el filósofo, músico y periodista Bernat Dedéu, el escritor y físico Agustín Fernandez Mallo, la narradora, periodista y profesora Mercè Ibarz, la arquitecta Carme Pinós y el artista visual Daniel García Andújar, la filósofa Marina Garcés nos ha vuelto a recordar la necesidad de mantener permanentemente activas nuestras duracel para que, cual conejos, no flaqueemos y dejemos de movernos.
Quienes prácticamente no se movieron durante las dos horas que duró la sesión fue un público más que entregado a lo que iba sucediendo en el estrado. Con sus más y sus menos, intereses y desistenteres pero todos con la convicción de que cosas como esta está muy bien que vayan sucediendo. Porque es sintomático de que no estamos muertos, de que hay algo que se mueve de verdad, porque aunque no sepamos qué va a suceder nos da la gana hacer este tipo de propuestas, porque es casi obligatorio dejar de lamentarse y porque, por encima de todo lo dicho, nos importa lo que hacemos.
Bieeeeeeeeeeen!! blog de fede!!!!!