Hace poco y en cuestión de una semana me enfrenté en cuatro ocasiones a lo que nunca antes me había llevado más allá de su pertinencia en referirse a alguien que pierde la razón, que anda como si estuviese desorientado, que transita como si no supiera dónde está, quién es o cómo debe comportarse, que procede de forma desordenada y errática, que pierde la vergüenza o, hasta incluso, la dignidad. Me estoy refiriendo a la expresión perder el norte. Una expresión cuyo origen, por lo visto, debería buscarse en una de las formas más antiguas de orientarse, es decir, gracias a la Estrella del Norte o Estrella Polar, principal medio de orientación para los navegantes cuando el sol se esconde detrás del horizonte y no hay otra forma de ver el camino. Si los navegantes perdían el norte significaba que andaban perdidos, a la deriva, sin saber a dónde ir. Y esta es la razón por la que, desde entonces, se ha mantenido esa expresión para referirse a alguien que no está del todo en sus cabales. O, para ser más precisos, en el modo estándar de entender cabales.
Las cuatro ocasiones en que el norte se convirtió en el núcleo de una idea, razón de una pérdida, concepto evocador o cuestión geográfica sobre la que reflexionar, se relacionaban entre sí por cuanto que procedían de tres exposiciones y el trabajo de un matemático que investiga la física desde la actividad artística.
Iñaki Bonillas / ProjesteSD, Barcelona
La primera de las exposiciones a las que me voy a referir es la que está en ProjecteSD hasta el 19 de noviembre. Se trata de la exposición de Iñaki Bonillas titulada, precisamente, La idea del norte. Partiendo en buena medida de las creencias que tiene el artista sobre el norte en oposición al sur, sobre el norte como lugar «frío, blanco, silencioso y extenso» y sobre todo de lo que, como buen habitante o perteneciente geográficamente al sur, se imagina que atesora el norte, lo que Bonillas propone en esta nueva presentación de su obra en Barcelona son nueve obras surgidas del viaje que llevó a cabo a través de su habitación, motivado por la idea de norte y acercándose a la misma únicamente con los elementos que tenía más a mano. A saber: internet, una fotocopiadora, una vajilla, un dvd y varios libros.
Por bien que, además de ecléctico, el recorrido es bastante curioso, evocador, imaginativo y en ocasiones muy acertado, las tres obras que a mí personalmente me llamaron más la atención fueron las siguientes:
Calles: Se trata de un collage mural realizado a partir de los nombres de las calles tal como aparecen en la guía de Ciudad de México y dispuestos a la manera de un mapa fragmentado. Lo que hizo el artista fue recortar en cuadrantes las calles con nombres vinculados al norte (Noruega, Dinamarca, Canadá, hielo…) y crear con ellos una suerte de pseudo-mapa capaz, únicamente, de conducir al espectador por la senda de una idea de norte.
Fuga: Se trata de una obra dedicada al mítico y admirado pianista canadiense Glenn Gould para quien el concepto de Idea del Norte, más que referirse a un espacio geográfico, era un espacio mental, un estado particular de la soledad. Un lugar en el que, para él, se dan las condiciones ideales para adentrarse en el conocimiento de uno mismo y las cosas que nos rodean. Además de esto, La idea de norte era también el título de un experimento radiofónico realizado por Gould para la radio canadiense y en el que se recogían las razones del viaje y su fascinación por el Gran Norte de cinco personas viajando en tren hacia el norte. Por el modo en que, gracias a la edición y montaje, las voces se fundían, mezclaban, confundían y relevaban se diría que, más que un programa de radio lo que escribió Gould fue una fuga a cinco voces sobre bajo continuo. O lo que es lo mismo: una fuga hacia el norte de cinco personas en tren.
A partir de este vínculo entre el norte y Gould, la Fuga que propone Bonillas es una suerte de combinación de imágenes de películas en las que aparece el pianista, escenarios del norte y un texto que, a modo de contrapunto, se enfrenta a la fuga con una nueva narrativa inspirada en el programa de Gould o, quizás, en esta cita que escribió en 1967 en La idea del norte: «…la idea del norte es en sí misma una excusa, una oportunidad para examinar esa condición de soledad que ni es exclusiva del norte ni de los que van hacia allí, pero que quizá sí aparezca con un poco más de claridad en quienes hayan hecho, aunque sólo sea en su imaginación, el viaje hacia el norte…». Es decir, lo que ha hecho Bonillas sin moverse de su habitación.
Rutas: Se trata de un mapa hecho a partir de los recorridos que siguieron los primeros exploradores que se dirigieron hacia el polo norte. Por haber sido realizada con pintura fluorescente, para poder ver esta obra se requiere exponerla a una fuente de luz y consumirla, posteriormente, en absoluta obscuridad. Sólo así se pueden apreciar las rutas que siguieron aquellos exploradores y, en verde fluorescente, todo cuanto queda por descubrir en esta zona inexplorada de nuestro agónico planeta.
Alicia Kopf / Espai Cub, La Capella, Barcelona
Aunque ya hablé de la exposición de Alicia Kopf en el Espai Cub de la Capella, vuelvo a ella para recordar que lo que transita por detrás de la propuesta que titula Diari de conquestes, es una visión muy íntima y personal de la premisa que gira en torno al trabajo que viene realizando desde hace unos años bajo el título genérico de Àrticantartic. O sea, la premisa de la conquista de los polos como metáfora de la investigación que lleva a cabo el artista a lo largo de su carrera, a lo largo de toda su vida. Centrada en lo que se ha dado en conocer como Edad Heroica de las exploraciones y que, según nos dice la artista, culmina con el nacimiento del cine y la fotografía entre finales del s.XIX y principios del XX, la exposición consta de dibujos hechos in situ sobre la pared representando elementos que, proyectados ortogonalmente, piden a gritos que nos fijemos en ellos. Así como esta suerte de elementos que emergen de una superficie reclaman nuestra atención, nuestra vida cotidiana, según Kopf , está llena de retos a los que nos debemos enfrentar. Y no sólo ella como artista sino que todos como personas.
Aunque su trabajo, quizá, no se centra exclusivamente en el norte, es justamente el conocimiento de esta área lo que a mí me despierta así como de las exploraciones a las que alude y que, según entiendo, se centran básicamente en las que se llevaron a cabo para la conquista del polo norte. No me pregunten porqué…
Anna Bella Geiger / Nogueras-Blanchard, Barcelona
La tercera ocasión en la que se me apareció la idea de norte fue en la exposición que inaugura un nuevo ciclo en la Galería Nogueras-Blanchard de Barcelona y que se centrará en el trabajo realizado por artistas latinoamericanas en la década de los setenta y ochenta. La primera artista de este ciclo es Anna Bella Geiger, una artista brasileña de la que ya vi algo en la pasada edición de Arco, que desconocía por completo y cuyo trabajo me fascinó tanto que, al saber que exponía aquí, me llenó de una enorme satisfacción.
Titulada Cartografías y compuesta por un delicado conjunto de dibujos pertenecientes a la serie De rerum Artibus (1978) y una selección de videos sumamente evocadores realizados a finales de los años 70 y que, bajo el título genérico de Mapas elementares (1976), alude a estereotipos y mitos atribuidos a culturas procedentes de América Latina a partir de la relación entre el carácter antropomórfico de la topografía del Cono Sur y el juego semántico, lo que puedo decir de esta exposición que termina el 6 de noviembre, es que, pese a ser de bolsillo y saber más que a poco, es una joya de las verdaderas. Pequeña, pero joya. Tanto por lo que significa quien está detrás de la construcción de sus piezas como por cuanto se deja decir acerca de la manera en que esta artista, trabajando en forma de series, se consagra al desarrollo de mutaciones, variaciones y metamorfosis como las que propone a partir de la cartografía reiterada del mapa de América del Sur.
Confrontando, sumando, multiplicando o dividiendo mapas pero, sobre todo, aludiendo de una forma muy simple, a la situación de inestabilidad que planea por Latinoamérica en la década de los setenta, lo que también se entrevé en esta serie de Geiger es la relación que el sur mantiene con el norte y la idea que, del norte, se tiene desde el sur. Un poco como Bonillas pero con otro tipo de enjundia política, social y personal. Una mezcla de historias de carácter biográfico y diálogos con el contexto socio-político a través de un modo de interpretar el arte sumamente simple, mínimo y normal.
Pep Vidal / A partir de su participación en el proyecto de Diana Padron Perder el Norte
Pep Vidal es un artista pero también un científico que aborda la física desde la práctica artística. Por una simple razón: para él, desde las relaciones entre las personas a las interacciones entre los sistemas pasando por la política, el arte, los cambios infinitesimales o la economía, casi todo es física. De modo que su trato con la física se desarrolla de una manera perfectamente natural. Como su tránsito entre la ciencia y el arte y viceversa. Como su estancia en la vida. En suma, como la de todos.
Inducido a enfrentarse al norte a partir de la invitación que le cursó Diana Padron para participar en su proyecto Perder el norte, la idea de norte sobre la que se centra Vidal tiene que ver con algo que supuestamente no sólo no se mueve sino que, gracias a su inmovilismo, vendría a ser como una luz a seguir, como una guía. Instado a proponer algo a partir de esta expresión desde un punto de vista más físico que subjetivo, Vidal no tardó en centrar su investigación en el polo norte magnético y en el hecho de que, desde el punto de vista geográfico, este punto terrestre iba cambiando cada día. De modo que, aunque las brújulas se empeñasen en señalar el norte como si fuera estático, lo que en realidad están señalando es el polo norte magnético y, en consecuencia, hablando de una idea de norte absolutamente dinámica, cambiante y móvil.
Frente a esta constatación, lo que Vidal no tardó en confirmar fue que la expresión Perder el norte no tenía ningún sentido porque nunca había estado en el mismo lugar, porque, en realidad, siempre había estado perdido. Y será el fruto de la deriva que, a partir de aquí, está siguiendo en uno de los proyectos sobre los que investiga, lo que se verá en 2015 bajo el título -por ahora provisional- de Following the (Magnetic) North Pole.
Sin haberme planteado en la vida lo que se podía esconder tras la expresión Perder el norte, me hallé de lleno en el enigma de sus redes tras mi visita a tres exposiciones y la charla con un matemático que se aproxima a la física desde la práctica artística. A partir de ahí me encerré en mi habitación y, al igual que Iñaki Bonillas, inicié un viaje sin traspasar sus paredes en busca de lo que no puede alcanzar al topar con las bellas palabras de un Haikú de Benedetti que un amado amigo mío ha empezado a utilizar como perfil de su whatsapp:
al sur al sur
está quieta esperando
montevideo
Y a partir de ahí me volví a perder. Como el norte.
Más información (ProjesteSD / Iñaki Bonillas)
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